Crónica
Por María Espinoza
Me encontraba sentada frente a mi laptop, terminando de escribir una nota informativa sobre los eventos que realizaría la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) por su 59° Aniversario. El calendario incluía un homenaje al Señor de los Milagros el viernes 28 de octubre a las 8 a.m. Dos días después, sin pensarlo, enrumbé hacia la Plaza Dos de Mayo para dirigirme a la procesión, después de dos largos años de pandemia.
Al llegar, un escenario en el frontis del Local Central de la UNFV en la Av. Nicolás de Piérola, cadenetas de color morado y blanco, y alfombras me recibieron. Aproveché que las personas no se habían acumulado aún y tomé fotografías del panorama. Pude notar que, a pesar de la hora, los vendedores de comida, estampitas y demás ya se encontraban en el lugar.
Dieron las 9 a.m. y el Señor de los Milagros no aparecía, así que caminé hasta la Av. Tacna, donde pude ver a los cargadores y mucha más gente esperando el anda que venía a lo lejos. Traté de acercarme un poco más, pero temía no encontrar un buen lugar para ver el homenaje de la UNFV, así que retorné a la institución.
El Cristo de Pachacamilla apareció ante mis ojos en el cruce de la Av. Tacna con Av. Nicolás de Piérola a las 9:40 a.m. En el escenario ya se encontraban los directivos, entre ellos la rectora Cristina Alzamora Rivero, los doctores Américo Leyva Roja y Pedro Manuel Amaya, vicerrector académico y de investigación, y algunos profesores.
Los alumnos de la Escuela de Educación Física también se hicieron presentes con su característico buzo de color negro y anaranjado. Mientras el anda se acercaba, una voz masculina pedía bendiciones para toda la comunidad villarrealina y los parlantes dejaban escuchar las tradicionales marchas procesionales.
La cuarta cuadrilla de la hermandad del Señor de los Milagros apareció y se acomodó alrededor de la alfombra de la UNFV, los cargadores sostenían cuatro conos de flores blancas y sirios del mismo color, en el lugar habría un cambio de cuadrilla. Para ese entonces, lo único que me preocupaba era mantenerme en pie, pues un tumulto de personas empezó a empujar.
De un momento a otro apareció el anda del Señor, traté en los posible de acomodarme para obtener una buena vista del homenaje. Una canción de marinera empezó a sonar y todas las personas prestaron atención al baile de la pareja del elenco del Centro de Gestión Cultural de la UNFV.
A las 10:00 am. el anda del Señor llegó al Local Central en hombros de la tercera cuadrilla. Mientras los mistureros cambiaban los banderines, la rectora Alzamora se abrió paso entre el gentío y se acercó a la imagen con un ramo de flores en las manos. La UNFV también le regaló cuatro conos de flores moradas y blancas al Cristo de Pachacamilla.
La soga que separaba el anda de los fieles empezó a avanzar y con ella el tumulto de personas. El capataz de la cuarta cuadrilla hizo sonar la campana y la imagen se alzó, pero antes de avanzar se acercó un poco para ofrecer una venia a la universidad. El momento fue perfecto para tomar fotografías, pero mis manos estaban pegadas a mi cuerpo y fue imposible sacar mi celular.
Entre lágrimas, rezos de los presentes y la melodía procesional que salía de los instrumentos de la Banda de la Fuerza Aérea del Perú, el Señor de los Milagros se dirigió a Jirón Cañete, dejando a la UNFV atrás y esperando su visita hasta el próximo año.
Historia del Señor de los Milagros
Días después, me encomendaron realizar una nota sobre la procesión para Pluma Villana. Es así que, para entender un poco más de la tradición, decidí leer la historia del Señor de los Milagros. En el siglo XVII, un esclavo de Angola pintó una imagen de Jesucristo crucificado en un templo del barrio de Pachacamilla a donde acudían a orar los esclavos. En 1655, un terremoto destrozó el templo, pero la pared en la que estaba pintado el Cristo quedó intacta.
Las autoridades trataron de borrar la imagen, pero no lo lograron. Los fieles levantaron un templo en 1671. Sin embargo, en 1687 volvió a ocurrir otro movimiento telúrico, pero el mural volvió a sobrevivir. Ante ello, los devotos salieron a caminar en procesión con una copia de la imagen, tradición que se conserva hasta la actualidad.
Tras el segundo terremoto, se construyó el Santuario de las Nazarenas, en el centro de Lima, donde miles de personas acuden cada mes de octubre para visitar y acompañar al Señor de los Milagros. Luego de terminar de leer la historia, me puse a investigar sobre la de otros santos, todas con años de tradición y fe. Cerré las pestañas de Internet y me dispuse a redactar: La bendición a la Universidad Nacional Federico Villarreal.
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