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“El desprecio fue mi combustible más fuerte para estudiar Medicina”

Conozca a Renzo Olaechea, joven médico residente considerado por algunos como el “Doctor Milagro” peruano, por su diagnóstico clínico de síndrome de Asperger, así como el médico de la conocida novela turca.

Fuente: Noticiero 90 Matinal transmitido por Latina

Por: Lazón Astrit

Renzo Olaechea (29) es un joven médico residente en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Nacional Alberto Sabogal Sologuren. Con el fin de combatir los estigmas de la sociedad frente al espectro autista, Olaechea nos contó cómo es vivir con autismo.

¿Cómo descubriste tu vocación por la Medicina Humana?

En mi primera infancia mi figura materna fue mi abuela, a quien llamaba “Nona” y la consideraba “mi mundo”. Falleció de un cáncer agresivo a la vesícula biliar cuando yo tenía 7 años. Allí nació mi deseo de ser médico y querer ser mejor que los familiares médicos que no pudieron actuar a tiempo.

Me decían que por mi condición no podía ser médico, que no tenía cualidades interpersonales. Eso me alimentó durante toda mi niñez. El desprecio fue mi combustible más fuerte, sumado al desencadenante emocional, que fue la muerte de mi abuela.

¿Cómo se dirigió tu interés por la especialidad de la medicina intensiva?

Inmerso en la carrera, descubrí mi verdadera vocación dentro de todo el campo, estar donde nadie quiere estar, donde las “papas queman”, hablo de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Lo que me hace sentir vivo es ver una vida a punto de apagarse, intervenir y salvarla. Es una sensación incomparable que me toca en la fibra más profunda de mi infancia (refiriere a la muerte de su abuela).

¿Cómo fue brindar servicios de salud durante la pandemia por Covid-19?

He trabajado en la pandemia a todo nivel. Desde que empezó la pandemia no me escondí. He sido parte de esa generación que se puso el mameluco, la mascarilla, la máscara y salió a las calles. Entraba a las casas a rescatar a la gente que se ahogaba, luego me jalaron para Hospitalización, después manejé los sistemas de alto flujo y, al final, fui seleccionado para trabajar en UCI.

¿Qué opinas acerca de las personas que te conocen como el “Doctor Milagro” peruano?

Me sirve para un propósito que tengo en la vida: ser la voz de tantos niños con habilidades diferentes, que son señalados, marginados, tratados como loquitos y no se les escucha ni atiende, y eso genera heridas durante toda la vida. Quiero que ellos me vean y digan que también pueden cumplir sus sueños, ser felices, desarrollarse como persona y explotar su potencial.

¿Qué opinas sobre la representación que tiene el autismo en el cine y la televisión?

En general, la considero positiva. Se resaltan las virtudes del autista y algunas veces el efecto no deseado de contribuir a ciertos estigmas, pero los personajes reflejan talento y nobleza. Ha contribuido más a la sensibilización que a la estigmatización.

¿A qué obstáculos te has tenido que enfrentar por estos estigmas sobre el espectro autista?

Yo sufrí de mucho bullying de niño. Mi madre me decía: “ellos te maltratan porque te envidian, porque tú eres brillante y ellos no”.

En situaciones de conflicto, suelo reaccionar enérgicamente. Soy una persona acostumbrada a la confrontación. Me siento raro cuando alguien me demuestra su cariño, ya que lo normal era que me peguen, aíslen e insulten.

¿Cómo es vivir con autismo?

Es entender que mi casa era el único lugar seguro y la sociedad, un campo de batalla. Tenía que ponerme una armadura para salir de mi casa, pelear la batalla y regresar para volver a salir a pelear. A veces me cuestiono qué sentido tiene seguir peleando y a qué edad voy a despreocuparme.

Hay gente recelosa de mis conductas porque yo no finjo quién soy. Luchar contra la gente que no me entiende es parte de mi día a día. El resto de particularidades del autismo ya las acepto y sobrellevo, por ejemplo, los movimientos raros, llamados “estereotipias”. Soy consciente que necesito hacerlo. Lo hago en los ratos que quiero estar solo y sin descuidar mis obligaciones.

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