top of page

Segisfredo Luza: De asesino a decano

Como si se tratara de una película, un aclamado psiquiatra que se enamora de su paciente y asesina al pretendiente de ella son las premisas de esta historia.

Segisfredo Luza fue alumno de Honorio Delgado en sus años de estudio en la UNMSM. Foto: Caretas

Por: Luis Aguilar

De semblante serio, intelectual, persuasivo y controversial, así describo a Segisfredo Luza Bouroncle, quien es considerado el padre de los psicosociales en el Perú y una de las mentes más brillantes que hemos podido tener. Fue un elogiado psiquiatra egresado de la Facultad de Medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sin embargo, no son solo los méritos los que describen a este personaje, pues su vida guarda oscuros pasajes que han sido olvidados.

Mientras recorría la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Federico Villarreal recordé la controversial historia de Segisfredo Luza, quien nació en Arequipa en 1928 y desde joven fue considerado un prodigio, pues a los cinco años leía fragmentos completos de novelas y a los 13 daba clases a mendigos. Por estos motivos, el psiquiatra tuvo una carrera de éxito, pero los problemas amorosos ocasionaron un giro total en su vida.

Tras la pandemia, diferentes sedes de la UNFV han renovado sus instalaciones y el Anexo 8 no ha sido la excepción. Dentro se encuentra la Facultad de Psicología, donde sus pasillos y pequeños espacios abiertos guardan historias que pocos conocemos. Precisamente, Segisfredo Luza fue nombrado decano de esta casa de estudio en 1973, convirtiéndose en el segundo en ejercer este cargo. No obstante, el psiquiatra fue autor de un asesinato y sentenciado a ocho años de prisión en 1971.

Esta historia empieza en 1964 cuando Luza conoce a Martha Vértiz, una joven estudiante de artes plásticas que fue llevada al consultorio del psiquiatra por su madre debido a un ataque de histeria. Vértiz se encontraba en depresión porque fue obligada a casarse con alguien que no amaba, su primo Eduardo. Además, el carácter que tenía Martha no se adecuaba a las convenciones que tenía su familia. Por otro lado, Segisfredo ya aparecía en televisión como un destacado psiquiatra doctorado en la Universidad de Heidelberg, Alemania. Debido a esto, la madre de Martha no dudó en llevarla con el terapeuta.

Martha Vértiz al lado de Segisfredo Luza. Foto: Caretas

Fue entonces que la conexión entre el psiquiatra de 34 años y su paciente de 22 se dio casi de manera inmediata. El terapeuta logró calmar los problemas internos de Martha y ella empezaba a sentirse atraída por él. Este acercamiento le brindó un respiro a la vida de Luza, pues su matrimonio con Teresa Rávago había caído en la monotonía. Ella era una mujer de la aristocracia arequipeña.

De esta manera, Segisfredo y Martha empezaron a citarse en la calle, iban al museo, compartían conocimiento sobre el arte y se veían todos los sábados. Un día la joven amante fue forzada a tener sexo por su prometido Eduardo. Esto ocasionó que ella tomara decenas de pastillas y estuviera cerca de la muerte. Un lavado gástrico salvó su vida y al confesarlo con su terapeuta, el amor entre ambos quedó sellado.

El amorío empezó a verse de manera clandestina todos los días a la medianoche. Tras ello, el psiquiatra le prometió a su amante que se separaría de su esposa, con quien tenía tres pequeñas hijas. No obstante, el tiempo pasó y la espera de Martha se hacía larga, pues Segisfredo continuaba asistiendo a reuniones del brazo de Teresa.

Todo ello ocasionó que la joven estudiante creyera que Luza no la quería realmente. Incluso, amenazó con herirse con un cuchillo y el terapeuta tuvo que calmarla. La gota que derramó el vaso fue cuando Segisfredo viajó a Madrid en 1966 para un congreso mundial de psiquiatría y, evidentemente, fue acompañado de su esposa.

Al regresar a Lima, contactó a Martha invitándola a salir y para darle un presente. Sin embargo, la joven confesó con ojos llorosos y voz entrecortada que conoció a otro hombre que sí la quería. Este pretendiente se llamaba Fares Wanus, de origen árabe y mucho más joven que el psiquiatra, pues compartía la misma edad con Vértiz, quien se convertiría en su prometido.

Esta confesión impactó en Segisfredo, pues sí quería a Martha. Él no se separó de su esposa por temor a alejarse de sus hijas, pero Vértiz no estaba dispuesta a escuchar ninguna promesa más y se marchó ese mismo día. En tanto, Luza entró en desesperación, ya que canceló las citas que tenía para averiguar más acerca de este pretendiente.

Llamó a una amiga de Martha, contactó a un paciente que se apellidaba igual que el pretendiente y hasta vigiló la habitación de un edificio que creía que ocupaba Fares, pero no consiguió nada. Cansado, llamó a Martha, quien le contó que se encontraba en el norte con Wanus y que la estaban pasando bien. Debido a esto, Segisfredo volvió a su consultorio, ubicado en los últimos pisos de un antiguo edificio de la avenida Guzmán Blanco, para tomar una dosis de antidepresivos.

Al cabo de unos días, Luza, con ojeras y exaltado, se acercó a la inmobiliaria donde trabajaba Fares Wanus para hablar con él. Esa misma tarde, ambos fueron al bar Monarca en donde hablaron sobre Martha. El pretendiente le pidió a Segisfredo que olvidara a la joven de una vez por todas. Sin embargo, el psiquiatra respondió a gritos que ella pasó los mejores momentos de su vida con él.

Este episodio terminaría cuando Luza, aparentemente resignado, le pide a Wanus ir a su consultorio para entregarle una pintura de Martha. Al entrar, le dice a Fares que espere en el escritorio mientras traía la pintura, pero cuando volvió no traía dicho cuadro, sino una Browning 9 milímetros con la que asesinó de 15 disparos al joven.

La última bala impactó directamente en la cabeza de la víctima y dejó a Luza totalmente fuera de sus cabales. Tras ello, esa misma noche se entregó a la policía empezando un juicio que resonó en los diarios locales. El peritaje arrojó que Segisfredo Luza tenía una “personalidad anormal de tipo esquizoide”. Además, se encontraba en “estado paranoide y en un cuadro de delirio pasional” cuando cometió el crimen.

En abril de 1971 fue sentenciado a ocho años de prisión y evitó la pena de muerte gracias a los peritajes psicológicos. Como dato que nunca se confirmó, la necropsia concluyó “indicios de sodomía”, que se refiere al sexo anal. Por ello, se especuló que Fares era homosexual y se había prestado a un engaño para que Martha Vértiz le diera una lección al psiquiatra. Sin embargo, nunca se conoció la verdad.

El padre de los psicosociales en el Perú

A la fecha, pocos recuerdan a Segisfredo Luza y las hazañas que realizó ejerciendo su profesión. Incluso, como si el Perú tuviera muy poca memoria, el episodio del asesinato quedó en el olvido, pues el psiquiatra fue indultado el mismo año gracias a que logró persuadir al presidente Juan Velasco Alvarado a través de una misiva.

Durante julio de 1971, Segisfredo aprovechó el festejo de fiestas patrias para escribirle una carta al mandatario. Aquí contó la desdicha por la que estaba pasando y fue una frase de León Tolstói la que terminó conmoviendo al presidente, quien lo indultó. “La humanidad tiene dos tipos de hombres: los reclusos y los hipócritas”, finalizaba la carta.

Sin lugar a duda, Segisfredo era un capo para persuadir a las personas y fue por este motivo que trabajó para Velasco en la Oficina Central de Información (OCI). Él se encargaba de realizar psicosociales para la población peruana y apoyar el Gobierno del actual mandatario.

Por ejemplo, alarmó a la población que el costo de la gasolina aumentaría, pero Luza sabía que no sería así. Al tener éxito, causó alegría en las personas cuando el combustible no subió de precio como esperaban. Incluso, se le atribuye ser la mente maestra detrás del psicosocial de la “virgen que llora”.

Algunos periodistas afirman que también tuvo vínculos con Vladimiro Montesinos, pero Luza siempre lo negó. En una entrevista para Caretas contó que su único acercamiento con Montesinos se dio en 1995 cuando lo contactaron para solicitarle un plan que arruinaría a Javier Pérez de Cuellar. Segisfredo no aceptó este trabajo y, por ello, no es raro pensar que la bomba que explotó cerca de su casa meses después no tuviera relación con este rechazo.

Buscando que las consecuencias de un clandestino y explosivo amorío quedaran atrás, empezó una carrera como catedrático en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Incluso, llegó a ser decano de la Facultad de Psicología en 1973. Comenzó a rechazar diversas entrevistas, pues su finalidad era que el Perú olvidara el asesinato que cometió.

Facultad de Psicología. Anexo 8. Foto: Luis Aguilar

Finalmente, Segisfredo Luza se alejó tanto de los medios de comunicación durante los años 90 que pocas personas se enteraron de que se casó por segunda vez y tuvo al último de sus hijos, Alexander Luza Jáuregui. No obstante, el infortunio seguía detrás del psiquiatra, pues su segunda esposa falleció de cáncer en 1994.

Tras estos hechos, partió a vivir a una casa alejada en Cieneguilla. Su último hijo lo acompañó en un principio, pero Alexander se vio en la necesidad de mudarse a una zona más céntrica por motivos de estudio y dejó a su padre completamente solo.

Tampoco podía ver a sus tres hijas de su primer matrimonio, ya que se encontraban viviendo en España. “Este lugar es inmenso y a veces me siento solo”, mencionó Luza en una de sus últimas entrevistas. De esta manera, la historia de Segisfredo Luza llegó a su final el 28 de setiembre del 2012, pues falleció a sus 84 años dentro de su hogar. Sus últimos acompañantes fueron sus dos perros, Gorky y Charly, los cuales alarmaron lo sucedido con sus ladridos.

8 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page